Nacido en Alicante y actualmente afincado en Hong Kong, la fotografía de
Miguel Candela es directa, sin limitaciones, combinando elementos periodísticos con una narración antropológica. En la mayoría de las ocasiones, se ha dedicado a proyectos de sensibilización y denuncia de la situación de los más desfavorecidos. En éste sentido, ha realizado diferentes exposiciones a nivel internacional. En su trayectoria, ha obtenido numerosos reconocimientos por parte de prestigiosos concursos como el Prix de la Photographie (PX3): the Best New Talent of the year, Ganador de la beca Photon, primer the International Photography Awards (IPA), y más recientemente finalista y nominación a los Sony World Photograpy Awards.
¿Cuánto tiempo hace que se dedica a la fotografía como profesión?
Hace 5 años aproximadamente, aunque habría que matizar este tema. El hecho de que mi dedicación tenga carácter profesional, puesto que ya he pasado mis años de amateur, no quiere decir que ahora mismo pueda ser real la expresión ¡¡vale, lo he conseguido, puedo vivir exclusivamente de la fotografía!! Vivimos en un ritmo frenético en el que la inmediatez y el coste prevalecen, muchas veces, por encima de nuestro trabajo. Hay tantos factores que influyen, que nunca se puede parar o acomodarse.
¿De dónde viene su vocación?
Empecé a interesarme por la fotografía a través de mi amigo de la infancia y fotógrafo Sebastián Liste. A los dos nos apasionaban los trabajos de la agencia Magnum, nos impresionaban sus imágenes. Definitivamente fue un punto de inflexión que marcó nuestras vidas. Ese compromiso que tenían y tienen los fotógrafos de Magnum (por poner un ejemplo, entre muchos) forma parte de mi vida. Cada fotógrafo debe encontrar su tema personal, que le apasione y le llene tanto que pueda dedicarle a él gran parte de su carrera.
¿Cuál es el género fotográfico al que más se ha dedicado?
Tengo la fortuna de poder elegir qué quiero fotografiar porque así me lo he propuesto, es mi rincón de libertad. Ha sido una decisión personal centrarme en la fotografía social y humanitaria. Desde siempre me han atraído las personas y sus historias.
¿Cuáles considera que son sus referencias fotográficas? ¿Quién o qué ha inspirado su forma de ver la fotografía?
Josef Koudelka, W. Eugene Smith, Steve McCurry, Pep Bonet, etc. Viajo a menudo con el fotoperiodista
Zigor Aldama, un gran profesional, por lo tanto es normal que directamente o indirectamente me haya influido en la forma de trabajar o de afrontar los temas. De él he aprendido cómo se vive el periodismo honesto y de calidad, su objetividad y esfuerzo a la hora de documentar los temas son un ejemplo.
¿Recuerda su primera foto profesional?
Mi primer encargo fue en el 2009. Por aquel entonces, el mundo vivía con miedo y estupor el desarrollo del emergente virus H1N1. La situación era alarmante y más aún aquí en Hong Kong que ya había vivido algo parecido en el 2003 con el Sars. Se habían dado los primeros casos del virus, pero estaba bien controlado y contenido. De hecho, había un grupo de turistas -entre ellos 5 españoles- que llevaban en un hotel más de una semana en cuarentena. Finalmente, cuando les dejaron marchar, cientos de periodistas y fotógrafos les estábamos esperando a la salida. Pude captar ese momento y publicar una foto en la contraportada del periódico El Correo.
¿Recuerda cuánto le pagaron por ella?
Fueron 30 euros. Al tratarse de noticia de actualidad, el free-lancer tiene todas las de perder cuando se compite contra las agencias de noticias tipo Reuters, AFP, etc. Tuve la suerte de estar en contacto con el periódico los días previos al desenlace. Lo recuerdo con emoción y con la duda de si iban a utilizar o no mi fotografía.
¿Cuáles son las ventajas que encuentra en la fotografía digital?
Todavía me acuerdo de mucha gente escéptica con las cámaras digitales y por ende la fotografía digital. Las ventajas son tantas que nos costaría volver a las analógicas.
¿Qué echa de menos de las analógicas?
Echo de menos la incertidumbre, la magia y los nervios en el proceso de revelado del cuarto oscuro. El revelado lo valoraba mucho más, como si se tratase de un examen, los errores o aciertos se acentuaban delante de mis ojos.
¿Qué pieza de su equipo valora más?
Hasta el momento solamente utilizo objetivos fijos (el 24mm, 35mm, 50mm y 85mm). La lente que más aprecio es el 35mm. Es esencial en mi mochila, sino me sentiría vacío. También estoy muy contento con el Nikon 50mm f/1.4G, su calidad es indiscutible.
¿Qué foto le gustaría hacer que todavía no haya conseguido?
Demasiadas para una vida, pero trato de aprovechar las oportunidades, buscar temas que me interesen y estar allí. A partir de ese momento llegan las sorpresas. Es difícil saber qué camino vamos a seguir a largo plazo. Procuro seguir mejorando técnicamente y personalmente, para profundizar en los temas que he ido haciendo. Siempre busco lo que puede ser la actualidad de lugares remotos. Rara vez he quedado satisfecho con mis trabajos. Siempre se puede hacer más y mejor. Obviamente, hay factores que influyen en la repercusión de una fotografía que están fuera de tu control, pero aun así, soy mi mayor detractor. Me exijo dar lo máximo y siempre con las mismas ganas, que desde luego no me faltan. Parte del proceso de aprendizaje y crecimiento como fotógrafo es ir redescubriéndose uno mismo, con el paso del tiempo y las experiencias vividas. Y sobre todo, saber encajar los golpes cuando las cosas no salen. Hay que volver a intentarlo.
¿Qué destacaría con orgullo del mundo de la fotografía?
Sin ninguna duda, lo mejor que tiene este oficio es el hecho de poder viajar, experimentar y aprender de primera mano de otras culturas y realidades, conocer gente con otras maneras de pensar, documentar su cotidianidad y lo que pasa en el mundo… no tiene precio. La fotografía y el fotógrafo no es solamente un oficio, sino una manera de ver el mundo y de vivirlo, de capturar nuestro presente.
Por norma general, creo que entre el gremio hay mucha solidaridad y empatía. He sido muy afortunado al conocer grandes fotógrafos, pero su mejor cualidad es que son incluso mejores personas. Ya lo tenemos lo suficientemente difícil, por lo que lo normal es que nos ayudemos, sería absurdo ponernos trabas entre nosotros.
¿Qué le gustaría eliminar, si pudiese?
Creo que tanto los medios como los fotógrafos no hemos sabido compaginarnos o darnos cuenta que para existir nos necesitamos mutuamente. Parte de la culpa la tenemos nosotros, hemos perdido el control de la situación y hemos otorgado todo el poder a la prensa. Ya no tenemos poder de negociación y se ha acentuado todavía más desde la crisis. Da la impresión de que tuviésemos un complejo de inferioridad.
Puede que me equivoque, pero da la sensación de que los medios tienen la impresión de que nos consideran prescindibles o bien no se han dado cuenta de la importancia de nuestro trabajo, desafortunadamente, no se valora ni se respeta lo suficiente. Sin la conjunción y la colaboración de todos, sin el trabajo de todos los buenos fotógrafos que hay, los medios se resentirán en cuanto a calidad se refiere.
Por otro lado, con todo el revuelo que ha generado estos últimos años el mal uso del photoshop, hay una tendencia a infravalorar al fotógrafo en general. No pretendo excusarles (mi apreciación es de que es un error grave) pero son la diana de todo “el mal” que hay en la industria. Opino, que parte de esta situación proviene de los medios que imponen una exigencia y presión desmesurada a la hora de generar “fotones” día sí y día también para poder publicar.
¿Qué tres libros de fotografía nos recomienda?
Ambas biografías de Robert Cappa y Sebastiao Salgado son extraordinarias, muy entretenidas y te da otra perspectiva acerca de ellos. Sobre todo de sus comienzos. También me gusta mucho el libro de Ernesto Bazan “Cuba”, es una obra maestra.
Nos puede decir, qué exposición fotográfica de las que ha visto más le ha impactado…
La última exposición que he visto se llama “In Light of India” del fotógrafo Raghu Rai. Desafortunadamente aquí, en Hong Kong, el número de exposiciones de fotografía es muy bajo. Es una paradoja; los hongkoneses suelen invertir grandes sumas de dinero en sus equipos fotográficos, pero no obstante falta interés y apreciación de la fotografía como medio y arte.
Por favor, explíquenos alguna anécdota curiosa que le haya ocurrido realizando alguno de sus trabajos.
El pasado mes de enero fui a Mongolia a documentar cómo vive la gente durante el invierno. Su capital, Ulán Bator, es la más fría del planeta donde los termómetros pueden bajar hasta los 40 grados bajo cero. La primera vez que estuve en Mongolia, ya me di cuenta de que los mongoles están hechos de otra pasta. Te puedes imaginar; me llevé un abrigo para temperaturas extremas, dos pares de guantes -me los ponía a la vez-, gorro, una especie de máscara para taparme la cara del viento, saco de dormir, ropa interior térmica, jerséis...vamos, que me preparé a conciencia.
Nada más llegar, con 30 bajo cero, me aseguraban que estaba haciendo un invierno “buenísimo”. Incluso vi por la calle algún insensato en camiseta de manga corta cuando a mí humillantemente se me congelaban las pestañas.
Parte de nuestro viaje lo pasamos al oeste extremo del país y que hace frontera con Kazajistán; Bayan Ulgii. Sus impresionantes montañas y la población siendo predominantemente etnia kazaja, no puede ser más dispar del resto de Mongolia. Las bajas temperaturas hacen presencia nada más llegar. Incluso con toda la ropa que llevaba puesta encima, había momentos del día en que realmente era difícil estar mucho tiempo fuera o poder hacer fotos. Las manos te empiezan a doler de tal manera que tienes que volver a toda prisa al interior de la casa nómada de adobe. Nunca me había pasado algo igual. Doy por hecho que, aparte de la familia nómada que nunca había visto unos extranjeros, con todas las capas y bultos que vestíamos, nuestro aspecto era como de habitantes de otro mundo, moviéndonos como dos patos.
¿Hacia dónde cree que camina la fotografía?
Un mundo multimedia. Lo estamos viendo ya, muchos fotógrafos tienen que tener los conocimientos para hacer fotografías, vídeos y editar el material.