Entrevista a Antoine d'Agata
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Fecha de publicación:  02/12/2008
Entrevista a Antoine d'Agata

El compromiso vital de un fotógrafo de Magnum
Núria Gras Ferré
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La figura de Antoine d’Agata (Marsella, 1961) viene precedida de un aura de misterio, y de cientos de frases hechas que muchos otros periodistas, antes que yo, han ido tejiendo en infinidad de textos sobre su persona.

Sin embargo, Antoine d’Agata es una persona franca, cálida y lúcida, muy lúcida, que habla con pasión de su trabajo y de su vida, una vida desatada que él ni disculpa, ni justifica.
Tratar de escribir un texto, a modo de presentación, sobre alguien tan singular es arriesgarse a caer en tópicos poéticos que nada aportan a una figura y a un trabajo tan contundente y brillante como el que nos muestra Antoine d’Agata.

Nikonistas: Tu trabajo tiene muchas conexiones con el trabajo de Larry Clark y también con el de Alberto García-Alix, aunque, a priori y a mi juicio, parece poco o nada documental. Su naturaleza resulta mucho más íntima y agresiva, quizá más asimilable al trabajo de Joel Peter Witkin o de David Nebreda.
¿Cómo defines el trabajo fotográfico que desarrollas?

Antoine d'Agata: Desde que empecé he estado confrontando dos visiones, una visión puramente documental y otra puramente subjetiva. Cuando tomé conciencia de ello me di cuenta de que no quería renunciar a ninguna de las dos.

Es cierto que yo trabajo de un modo muy personal y en situaciones incontrolables, pero al mismo tiempo lo siento como un trabajo documental. Esto es debido a mi propia implicación personal con aquello que fotografío, el mundo de la noche, de la droga y de la prostitución.
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NKT: Tu trabajo es realmente difícil de clasificar, no parece encajar en una definición clásica del documentalismo y tiene una fuerte carga de expresión personal...

AdA: Cuando empecé a fotografiar me di cuenta enseguida de que la clase de fotografía que quería desarrollar no existía. Era una locura. ¿Cómo documentar el mundo sin renunciar a asumir una posición, la mía propia, en este mundo? El camino que tuve que recorrer hasta encontrar mi propia línea de trabajo, realmente fue muy interesante para mi.

La fotografía es un medio directo, tienes que hacer tu trabajo mientras lo vives, y eso lo cambia todo. Cambia tu vida, tu experiencia, influyes en la realidad y al mismo tiempo te ayuda a cambiar tu vida y a ir más lejos. Mi trabajo no consiste en mirar el mundo, sino en buscar un modo de estar en el mundo.


NKT: Las personas que aparecen en tus fotografías, tu mismo en ocasiones, son a menudo figuras desdibujadas, movidas, sórdidos espectros en un escenario desolado. ¿Cómo se gestan tus imágenes en estos escenarios donde trabajas y qué te une a estos actores?

AdA: Empecé a fotografiar bastante tarde, a los treinta años, me confronté con fotógrafos que ya tenían mucha experiencia y tuve que aprender muy rápido.

La abstracción de mis imágenes nació porque empecé a hacer con la cámara lo mismo que hacia sin cámara: vivir la noche y consumir substancias que alteran la consciencia.

Y durante muchísimo tiempo hice fotos borrosas, en las que no se distingue apenas nada. Era algo que no podía controlar, con los años aprendí que aquel modo de fotografiar podía convertirse en un lenguaje estético que yo usaba para abrir espacios de percepción nuevos para mí.

En la actualidad estoy más interesado en tomar imágenes con mayor nitidez, lo necesito para descubrir espacios oscuros, ciertas miradas sobre el mundo. En realidad necesito moverme entre ambas formas de fotografiar.
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En cuanto a la gente...

Creo que a pesar de ser un fotógrafo bastante atípico, al principio, mi posición respecto a la gente era bastante clásica: miraba el mundo. Esa forma de mirar viene de mi aprendizaje con Larry Clark y Nan Goldin, una posición clásica documentalista.

Miraba la gente del entorno en el que yo me movía, prostitutas, drogadictos, pero rápidamente empecé a fotografiar situaciones en las que yo participaba, fotografiando escenas de sexo, de drogas, pero desde dentro
Siempre he tratado de no mentir sobre mi posición personal, y de mirarlo todo desde la misma escena, desde el mismo encuadre fotográfico.

Pero a pesar de ser un actor que formaba parte de la escena, tenía permanentemente la sensación de no estar nunca al 100%, pues era a la vez observador y fotógrafo de la escena. Era una dualidad.

En estos últimos años, este modo de fotografiar lo he llevado a un punto mucho más extremo.
Lo que suelo hacer ahora es pedir a la gente que me hagan fotografías, de este modo me libero del rol de fotógrafo y me convierto en un actor al 100%. Evidentemente esto me comporta renunciar a tomar decisiones fotográficas, y esas personas, que empezaron siendo modelos, toman alguna clase de control, aunque ellos saben que esas fotos son para mi y me las regalan.


NKT: ¿Qué rol le asignas al observador dentro de tu trabajo? ¿Le tienes en cuenta?

AdA: No, en absoluto. Yo soy mi propio espectador. Estoy construyendo un mundo personal y tengo que manejar mi relación con los modelos, mi interacción con ellos, con la situación. En este contexto no puedo tener en cuenta al espectador, si lo hiciera, hay ciertos conceptos que entrarían en juego: pudor, vergüenza, obscenidad...

No puedo tener en cuenta al espectador cuando fotografío.


NKT: Tal como lo has explicado, tu trabajo se orienta claramente a una pura expresión personal, en el que no parece existir ningún tipo de intención comunicativa...

AdA: En realidad no es así, pues con estas vivencias estoy construyendo una visión destinada a ser mostrada al público, pero no lo pienso, no lo tengo en cuenta cuando tomo mis imágenes.
Más que una expresión, o al mismo tiempo, es una manera de posicionarme.

Para mi es muy importante. El hecho de actuar, de existir, de ser, es tan importante como la mirada. Y para defender esta posición mía necesito darle una “interface”.
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NKT: Has contado repetidamente como tu experiencia vital ha influido en el resultado de tu trabajo. Este testimonio fotográfico, en el fondo tu autorretrato, ¿es un reflejo de la forma de como te ves a ti mismo, o más bien una referencia de cómo tu has elegido mostrarte ante los demás?

AdA: Mi fotografía es mi propia vida, antes de empezar a fotografiar viajé durante doce años por el mundo, y cuando tomé la primera fotografía, mi vida ya estaba hecha. También, tras mi etapa académica en estados unidos, estuve un tiempo, 4 o 5 años, sin tomar fotos pero seguí viviendo de la misma forma.
La fotografía nunca fue un pretexto para vivir de una determinada manera, fue una herramienta para seguir, para vivir con más intensidad, a menudo con mucha más intensidad que sin fotografía. No es una imagen de mí, soy yo mismo.

A menudo me encuentro con personas que ven mis imágenes y no las entienden, porque incluso en los lugares más oscuros y sórdidos hay espacio para la luz, pero mi visión del mundo es mucho más oscura, y en mis fotografías la luz no tiene cabida. Creo que ese espacio oscuro que yo veo en la gente, no es más que un reflejo de mi mismo.


«Un artista auténtico ha de pagar con su cuerpo, con su muerte, con su daño. Para mí la fotografía no es un juego, ni una forma de ver el mundo, sino un modo de ejercer mi libertad. Nace de la necesidad de impulsar las cosas hasta su extremo, comprometerme hasta donde nunca imaginé. Por eso hice de mí el material de mi propia obra, para no olvidar que cada gesto, que cada movimiento, que cada acto me incumbe»

NKT: Hablas a menudo de tus gestos constantes de autodestrucción y del profundo dolor que sientes. ¿Qué te empuja a construir un mundo fotográfico personal, cruel, roto, sobre los frágiles cimientos de tu vida?

AdA: No se si puedo analizar esto... nunca quiero mirar dentro de mi mismo porque tengo miedo.

Al principio la fotografía fue una manera de descubrirme, llevaba diez años de mala vida, y me resultaba difícil tomar conciencia de ciertos aspectos de mi mismo y la fotografía me permitió tomar cierta distancia y descubrirme a mi mismo. También fue un modo de sostenerme y seguir adelante en los momentos en los que estaba emocionalmente muy cansado.

Más tarde me di cuenta de que, en muchos aspectos, con la fotografía podía ir mucho más lejos que sin la fotografía, principalmente en mi relación con la gente del mundo de la prostitución y las drogas en el que yo estaba inmerso. A pesar de la experiencia que tenía, se me abrían puertas que nunca habría podido abrir sin la fotografía.

La fotografía me permite construir mi visión del mundo, a veces lo hago también con palabras, pero generalmente lo hago con fotos.
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Porque no creo en esa realidad objetiva, única, estoy construyendo la mía, y esto me permite cambiar el mundo, no de un modo político, pero si de un modo existencial, dando vida y representación a personas que no tienen visibilidad, o si la tienen, es de una manera estereotipada.


NKT: ¿Qué hace un fotógrafo como tu en una agencia como Magnum? (no lo digo solo por tu trabajo, sino también por tus planteamientos personales y fotográficos, que parecen no encajar en las pautas de una agencia como magnum).

AdA: La impresión general que el público tiene sobre mi trabajo es el de un diario íntimo: Antoine d’Agata es un tipo fracasado, fotografía su vida i la pone en Magnum...”, pero no es así.
Desde mis inicios en la fotografía me interesé por la historia de la fotografía, por la tradición documental. Siempre he sido muy consciente de lo que quería hacer y de que mi fotografía es un modo de posicionarme.

Mi fotografía es casi un acto militante, mucho más allá que un gesto autobiográfico, es la manera más justa de practicar el documentalismo. No creo en el documentalismo objetivo, y no es que no pueda documentar el mundo desde fuera. Aceptar la responsabilidad de actuar en las situaciones que fotografío es una obligación moral, la única forma justa de hacer documentalismo.

No tomo drogas porque no pueda fotografiar sin ellas, sino porque no concibo fotografiar el mundo de las drogas sin estar directamente implicado en él. Nunca abordaría este mundo desde fuera.

Y para hacer este trabajo, que para mí es la forma más pura del documentalismo, Magnum, el santuario del fotoperiodismo y de la fotografía documental, es el marco ideal. Practicar esta forma extrema de documentalismo dentro de este lugar tan importante de la tradición documental, es una estrategia y un privilegio, puesto que le otorga a mi trabajo una perspectiva justa.

Es también por esta fuerte implicación mía con el documentalismo más puro que, a pesar de que hoy tengo propuestas de museos y de galerías de arte, no quiero dejar el documentalismo.

La fotografía es el único medio artístico que te obliga a confrontarte con el mundo. Yo intento ir al final de esa lógica e implicarme totalmente con aquello que fotografío.


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