En nuestras fotos solemos querer transmitir lo que sentimos en el momento del disparo. Con más o menos éxito depende de nuestra pericia o de las circunstancias. Unas veces queremos evocar tristeza y frío, otras calidez, alegría, etc... En este caso fue todo lo contrario. Yo quise transmitir en la fotografía soledad y calma en un cálido y plácido amanecer de verano pero eso no tenía nada que ver con lo que yo sentía en ese momento, en realidad me quería marchar de allí cuanto antes. La soledad si que la sentía pero nada más, ni placidez ni calma.
Desde que dejé el coche aparcado aún en la oscuridad de la noche a unos 15 o 20 minutos caminando del lugar en cuestión, legiones de mosquitos se abalanzaron sobre mi y no me dejaron tranquilo hasta que se levantó el sol y empezaron a desaparecer. Plantar el trípode, encuadrar, probar ajustes y montar filtros y disparador mientras te sacudes y te rascas no se lo deseo ni a mi peor enemigo. Me había puesto en casa repelente en brazos y cuello pero no en las manos ni las orejas y ahí fue donde dirigieron sus picotazos.
En fin, una anécdota que no olvidaré nunca. Espero al menos que la foto cumpla su cometido y os sea agradable a la vista.
Un saludo a todos, compañeros. ;-)
Tronco varado by J. E. Svoboda, en Flickr
Nikon D500
10.0-20.0 mm f/4.0-5.6
ƒ/18.0
10.0 mm
197"
400
filtro GND de tres pasos y ND de diez pasos.
Balance de blancos ajustado a nublado.