El exterior de la Z 7II no ha cambiado en nada respecto al de su antecesora y sigue manteniendo la misma ergonomía y estanqueidad que tantas satisfacciones a dado a sus usuarios.
Su ergonomía es magnífica y más ahora que con la incorporación del grip MB-N11 tenemos aún mayor agarre y estabilidad a la hora de trabajar con grandes teleobjetivos. El cuerpo está construido con aleación de magnesio. Es ligero y totalmente estanco. Algo que he probado a conciencia pues la temperatura bajó a -14 ºC y se cubrió la cámara con varios centímetros de nieve, sin que su funcionamiento mostrara ningún problema. El visor no se empaño nunca y su rendimiento no decayó en ningún momento.
La cámara, al igual que el modelo anterior, viene provista de un sistema integrado de reducción de las vibraciones (VR) que compensa las trepidaciones o movimientos que podamos hacer a la hora del disparo y equivale a un aumento de la velocidad de obturación de unos 5 pasos aproximadamente. Lógicamente, el estabilizador también funciona con el adaptador FTZ y las lentes antiguas que no tenían VR, trabajarán exactamente igual que si lo tuvieran, lo que no deja de ser muy interesante.
El sensor es un CMOS BSI de 35,9 mm x 23,9 mm de 45,7 MP, que nos da una imagen final de 8.256 x 5.504px, lo que se traduce en una fotografía de 69,9 x 46,6 cm.
Los nuevos procesadores EXPEED 6 permiten que la cámara enfoque en situaciones donde la luz es muy escasa. Lleva dos procesadores EXPEED 6 ultrarrápidos, que nos permite una mayor potencia de procesamiento, un rango dinámico mayor y un rendimiento más amplio en las sensibilidades ISO