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Logros de Baskerville

Nikonistas Forever (6/9)
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...digo que os deseo un feliz año 2025 a todos. Que lo malo del año que entra sea como lo bueno de éste que termina. Que cunda en lo fotográfico y en lo que no es lo fotográfico. Como diría el señor Spock si fuera australiano: righto guys, long live and prosperity.
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Mis cámaras de carrete hicieron una pausa de 3 años, de 2008 a 2010, de la que todavía me arrepiento. Mis vinilos no han dejado de sonar nunca, y nunca he dejado de adquirirlos. Unas veces más, otras veces menos, unas veces más caros y otras más baratos, pero mi familia de discos negros no ha dejado de crecer hasta el día de hoy (unos 200 a la fecha). La de cds lo mismo (unos 800). Hay en casa platinas de cassete funcionando en cada uno de los dos equipos, el del salón y el de la biblioteca, en la que suenan cada vez que se tercia grabaciones que conservo de Radio 3, de Radio 2 (2, que era el nombre de lo que ahora es Radio Clásica), o de mis propios programas de radio, cuando aún andaba en esos menesteres. El tocadiscos lleva conmigo desde 1990. Lo que no ha entrado todavía es una lista de espotifai o un lector de libros (?) electrónicos. En cuanto a los precios, pues bueno. Ya he visto los de los carretes, aunque aún tenga en la nevera una buena provisión, así que de momento hay de donde tirar. Incluso hay algunos velvias todavía. Los de los discos de vinilo hace mucho tiempo que se disparataron, pero me pilla ya con música suficiente para dos vidas, así que tampoco me preocupa mucho. Selecciono mucho lo que compro y ya está. Mi taller de carpintería doméstico tiene herramientas con más de un siglo, restauradas por mí y completamente operativas y en servicio. Cuando yo apague candela, que la sra. Baskerville (que jamás pone pegas a nada) haga lo que quiera con todo ello, pero mientras tanto, estará ahí para que este cascarrabias calvo disfrute de las cosas que le gustan. Ya ando por los 56, así que hay cosas de las que no me da la gana desprenderme. Y a tomar por culo la bicicleta.
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Buenas. Llevo algún tiempo desconectado del asunto fotográfico, como ya sabéis, pero aún así me asomo por aquí y por otros lugares, a ver qué hay y qué se cuenta el personal. En ésas, hacía yo qué sé la de tiempo que no entraba en el foro de Formato Medio (www.formatomedio.eu), así que hice por asomarme. Y no pude. El compay Modzilla me dice que no puede encontrar la página. La he buscado en Google y lo que encuentro tampoco me da acceso, por lo que he empezado a pensar que lo mismo es otra página (otra entre muchas) que ha acabado cayendo por falta de recursos, atención o lo que sea. ¿Sabéis alguno si la página sigue funcionando? Sé que por aquí venimos alguno de los que también andan (¿andaban?) por allí. No es que entrara muy seguido, la verdad, pero de vez en cuando me asomaba por allí y echaba un vistazo a lo que la gente escribía. Una manera como otra de no desconectar del todo de la fotografía, que estoy peligrosamente cerca de ello. Saludos a todos.
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Mi primera cámara fue una Pentax P30T con un objetivo de 50 mm. Era 1991. Más tarde le añadí un 28 mm Carl Zeiss, que pese a su nombre tenía una calidad de imagen horrible, y un Sigma 70-210 que resultó ser un cacharro bastante apañado. Me pasé pronto a la diapositiva porque el negativo color no me gustaba nada. Ése fue mi equipo hasta Septiembre del 96, que lo vendí para comprarme una Nikon FM2 con un 50 mm AIS, y con esos dos únicos aparatos anduve echando Velvias por ahí hasta 2004, que compré una cámara para que mi mujer se fuera iniciando en esto de la fotografía. Una F80 fue. Cuando aparecieron estos cacharritos digitales empecé con una D70 (que está muerta de risa en una estantería, que he intentado regalar sin éxito y que ahí está, durmiendo el sueño de los cacharros modernos), luego me fui a una D200 que luego se quedó mi mujer y después a una D700 de segunda mano, que sigue siendo mi cámara digital y que no tengo la menor intención de cambiar por ninguna otra. Me gusta tanto que por casualidad se me puso a tiro otra D700 y la recogí, y son mis cámaras digitales para absolutamente todo. De hecho, estoy tan decidido a que mis D700 sean mis cámaras definitivas que si cascan las dos dejaré la fotografía en color. Así, como suena. A estas alturas no estoy dispuesto a complicarme la vida con modelos nuevos, ordenadores nuevos y software más actualizado. Mi ordenador para la fotografía sigue con Windows XP para que puedan funcionar los escáners de película (dos Nikon con más años que el hilo negro), y me he procurado piezas de repuesto "de retén" para, llegado el caso, montar otro exactamente igual. Memorias, placa, procesador, tarjeta gráfica, discos duros, todo. En cuanto a los cacharros para tirar con carrete, he ido aprovechando diversas buenas oportunidades que se me han presentado o motivos "especiales" para darme algún capricho, y ahí me he juntado con diversos modelos (entre ellos una Bronica ETRSi con varios objetivos) para ir cacharreando y disfrutando. En cuanto a salir con unas o con otras, pues depende de lo que me apetezca hacer. En general, sólo me gusta hacer fotografía cuando viajo o cuando voy al campo, así que mis cámaras pueden llegar a pasar mucho tiempo en reposo. Tengo amigos con los que salgo cuando puedo coincidir con ellos, pero la cosa es bastante irregular. Cuando me apetece ir con carrete voy con carrete, y cuando la cosa puede ser más "voluminosa" salgo con la D700. Al hilo de lo que se está hablando por aquí, yo escaneo la película y paso a papel lo que me parece que está mejor, lo que me interesa más. No me gusta ver las fotos en una pantalla y soy de la firme opinión que sólo una imagen que se ha llevado a un soporte físico, del tipo que sea, ha terminado su recorrido. Lo que está en el ordenador son ficheros electrónicos, no imágenes. Los negativos y las diapositivas lo mismo, no son fotografías, son proyectos de fotografías o, si se quiere, fotografías en potencia. Para mí, sólo lo que está en un libro, en un álbum, en la pared o similar es una fotografía que ha llegado a ser fotografía. Lo demás son pasos intermedios, que dependen de un intermediario para poder ser vistos. Es un punto de vista personal, algo anticuado seguramente y muy probablemente demasiado "radical" , pero es el mío. Lo que sí es verdad es que, aunque los resultados que consigo con las digitales igualan o superan lo que puedo conseguir con película -salvo quizás un Velvia bien expuesto-, sigo haciendo fotografía con película por una razón sencilla: me divierto más. Me gusta tener que pelearme con la falta de elasticidad de la película, con la exigencia de la exposición para diapositiva, con las limitaciones del blanco y negro químico. Me gusta tener que currarme las cosas, y por eso trabajo en manual y no utilizo en la cámara más automatismo que el autofoco, que agradecen mis ojos con presbicia de cincuentón largo. Ni siquiera uso el compensador de exposición; compenso a mano, tanto con película como con digital. Trabajo en manual y el resultado es bueno lo he hecho yo y si la cago, pues la he cagado yo. Me gusta el trasteo de los carretes, el revelado, los líquidos y demás. Me gusta no saber qué ha salido hasta que veo la película revelada, aunque me cueste algún cabreo. Me aburre sobremanera escanear película, pero lo acepto como un daño colateral. Sé que las cámaras digitales han igualado o superado a sus antecesoras de película, pero yo con ellas me divierto menos. Es una manera de entender las cosas, también. Como alguno de por aquí ya sabrá, soy un aficionado serio a trabajar la madera, y lo hago de manera tradicional: a serrucho, cepillo, formón y berbiquí. Compro herramientas viejas y las restauro hasta dejarlas como nuevas y en perfecto estado de servicio, como si acabaran de fabricarlas. Algunas las he comprado en rastros por unos pocos euros, tienen un siglo y funcionan maravillosamente. Los muebles que fabrico para mi casa tardan mucho en ser terminados y el proceso para hacerlos es largo y trabajoso, pero encuentro una satisfacción en trabajar con herramientas manuales que no encuentro cuando utilizo herramientas eléctricas. Las pocas que uso las tengo porque mi mano izquierda se ha quedado fastidiada después de una doble fractura que acabó en una distrofia de Sudeck que me ha dejado secuelas, pero el 90% de mi trabajo de carpintero es con cepillos, sierras, formones y herramientas por el estilo. Eso sí, todo el que me conoce piensa que soy un dinosaurio nostálgico con la casa llena de libros (unos 1.500 entre la jefa y yo), vinilos, cámaras "antiguas" y herramientas viejas. Lo mismo hasta tienen razón, pero a estas alturas ya me da igual. Prefiero hacer lo que me apetece, cargar la cámara, sacar un libro de la estantería, tener discos en vez de una lista de espotifai y barrer la viruta que cubre el suelo del garaje. ¿Cosas de viejo? pues claro. Claro que sí ¿y qué? Perdón por el rollo.
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Sí, bueno, ésa es otra, la de la sequía de ideas. Que ya la tenía antes, la verdad. Mucho antes de que viniera este engendro de los chinos, de que nos encerraran y nos controlaran como a delincuentes y de que nos colocaran a todos un bozal. Me encontré demasiadas veces comprobando, para mi pesar, que estaba repitiéndome más que el ajo y que las fotos empezaban a ser siempre las mismas, sólo que en sitios diferentes. Yo tengo mucha película almacenada, de diapo y de byn, de 35 y de 120. Y la verdad es que no he ido tirando de ella tanto por falta de ocasiones (sólo me gusta hacer fotografía de naturaleza y de viajes) como por falta de ideas y motivación. Lo primero sobre todo, pero también lo segundo. Ahora ando con ganas de nuevo, aunque me encuentro oxidadísimo, ésa es la verdad. Pasará algún tiempo antes de que vuelva a hacer algo que de verdad tenga un mínimo de calidad. De todos modos, sigo pensando que los precios de algunos productos son un disparate ¿quién va a gastarse 30 pavos en 36 fotos, revelado aparte? ¿a qué precio te salen las fotos si el asunto va de esta manera? El Ektachrome, por ejemplo, es buena película, pero tampoco es nada del otro jueves. Es buena y ya está, no es para perder el oremus. No sé, a lo mejor es lo que dices, Asueto, que vamos a acabar muriendo de éxito. Es posible. Puede que sean las materias primas, los costes de producción o yo qué sé, pero estos precios son lo mejor para alejar a cualquiera y quedarse sin negocio. Tanto tiempo en el dique seco fotográfico casi me ha matado la afición, y volver para encontrarme con esto no ayuda, desde luego. En fin, a ver qué sale. Por cierto, Asueto, que también yo me alegro de volver a verte.
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Bueno, pues se acabó. Se acabó para mí el usar el soporte fotográfico que más me ha gustado siempre, con diferencia sobre cualquier otro. Me refiero a la diapositiva, por supuesto. Por diversas razones que no vienen ahora a cuento (casi ninguna buena), me he pegado sin coger una cámara año y medio largo. Lo único que he hecho con las que tengo ha sido dispararlas de vez en cuando para que se les movieran las piezas. Y eso con las digitales aprovechando una escapadita. Con película no cargo una cámara desde Mayo de 2019. La cabronada esta del COVID, el trabajo y los problemas de salud me han hecho aparcar la fotografía casi por completo. El caso es que, por fin, he conseguido juntar unos días para irme de viaje sin que nada estorbe. Unos días a Italia, a practicar el idioma y ventilar las malas ideas. Así que me he dicho: "bueno, calvorota, aprovecha y gasta alguno de esos carretes de diapositiva que tienes en la nevera desde que Dios era chico, muertos de asco, y aprovecha de paso para reponer con película nueva". Me he puesto a echar un vistazo a los sitios donde compro la película desde hace años y me he encontrado con que Velvia no hay. Que no queda. Sold out, dicen. Que se ha acabado, jefe. Y me he dicho que bueno, que total, que se sabía que Fuji iba a tirar la toalla, así que he mirado el Ektachrome, que de ese sí hay. Y ahí es donde se me ha abierto la boca y abierta se queda, porque resulta que un carrete de Ektachrome se vende a 28 euros. 28. 28 jodidos euros por un puñetero carrete de película. Y así no, oigan. Así no. Si hay algo que me gusta en el mundo de la fotografía es una diapositiva bien expuesta, pero así no. No a estos precios. Ni Kodak, ni Kodok, ni la madre que los parió. Sé que es una cuestión de oferta y demanda, pero esto es pasarse, así que se acabó. Me llevaré los carretes que me quedan a este viaje, y cuando los haya gastado mis cámaras de carrete quedarán para blanco y negro. Es una lástima esto. Es una lástima que esté acabando así, de esta manera, uno de los más hermosos medios fotográficos que existen. Uno de los más exigentes por lo que a la capacidad del fotógrafo se refiere. Pero bueno, es lo que hay. Y ya está. Jo, llevo sin aparecer por aquí la tira de tiempo y cuando lo hago es de esta manera. Anda que no.
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https://www.nikonistas.com/digital/foro/topic/491277-consulta-por-aeropuertos-scanner-y-sus-benditos-rayos-x/
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Interphoto, desde luego. Por mi experiencia, profesionales y fiables.
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Consulta por Aeropuertos-scanner y sus "benditos" rayos X
Baskerville responde a hugocella su tema en The Glorious Club
Yo he pasado muchas veces película de 400 y hasta ahora ningún problema. Eso sí: hay que pasarla por el escáner del equipaje de mano, no por el de equipaje facturado. El de facturado suele tener más mala idea y gracias a él he visto película estropeada, con rayas y cosas por el estilo. La película va con uno, NO se factura, ni al ir ni al volver. Hay que tener en cuenta que en los aeropuertos europeos y norteamericanos los eaqupos son más fiables, por las revisiones, las normas y demás. En según qué países esos cacharros pueden ser una lotería y fundir los carretes. Una cosa más: la película acumula el efecto de los rayos. Una pasada, bien; dos pasadas, vale. tres, regular... y así sucesivamente. Te lo digo porque pensamos sólo en los aeropuertos y luego, en un viaje, la película pasa por los aparatos de museos, galerías, exposiciones... sufriendo en cada pasada. Hay que tener eso en cuenta. -
Yo no veo en esto nada que no se viera venir desde el principio, la verdad. Uno ya tiene años en esto como para hacer memoria y comparar. Cuando aún no había cacharros digitales, los fotógrafos eran de 3 clases: los profesionales, los aficionados y la gente -en cuestiones fotográficas, se entiende- corriente. Los profesionales tiraban de cacharros potentes y caros, los aficionados de réflex más o menos apañadas y el resto de cámara compacta. Te ibas de viaje y veías a todo dios con una compacta y a alguno que otro con una réflex. Era lo que había, y la fotografía, por supuesto, aún no se había convertido en un "deporte de masas". Aficionados en serio había pocos, hablaban de fotografía con otros aficionados y enseñaban las fotos que hacían a éstos o a los conocidos, y se acabó. No había más. Después vino esto de lo digital, y todo cristo soltó su cámara compacta de toda la vida para gastarse un dinero -muchas veces un dinerito curioso- en una compacta digital. Salieron compactas digitales hasta debajo de las piedras. El personal te enseñaba lo que hacía su compacta y demasiadas veces te encontrabas diciendo "ah, pues está muy bien". Mentías como un bellaco, claro, porque aquello era malísimo, pero bueno, tampoco ibas a ganar nada diciéndolo. Las cámaras compactas de carrete acabaron en un cajón primero y en un cash-converter después, porque nadie las quería ya para nada. Salía un nuevo modelo de compacta digital cada quince minutos, y los aficionados serios, que seguíamos yendo por ahí cargados como bestias con una réflex, un trípode y varios objetivos, teníamos que aguantar los consejos y las chanzas de un montón de gente que, sin ni puta idea del tema las más de las veces, te decía que eras un antiguo y un carca y que lo que ellos tenían era mejor. Alguno incluso se enfadaba cuando, harto ya de que te diera la brasa en medio del bosque, acababas diciéndole que te dejara en paz y que se fuera con su compacta digital a tomar por el callejón de la peste. La siguiente fase fue la de las réflex digitales. Los profesionales y los aficionados "serios", asentados, se pasaron en masa a las réflex digitales. Fue la época dorada del digital vs. analógico. En ella, los aficionados serios arrumbaron sus cámaras de película y se compraron réflex digitales que, muchas veces, no llegaban al equipo de película que tenían ni a la altura de los zapatos. Pero era lo que había. Eran los tiempos. La película había muerto. Las marcas encontraron un filón primero en el aficionado y en el profesional, y en la "gente corriente" después. En muy poco tiempo tooooodo cristo quería o tenía una réflex. Qué te parece la Nikon D-supuñetera-madre, te preguntaban. Tú que entiendes, dime si ves mejor ésta o aquella, decían, que estado mirando una comparativa en sabe-dios-qué.com y dice que una fríe patatas mejor que la otra, pero que las quema un poco por las esquinas, y estoy indeciso. Y cuando les contestabas que en el fondo daba igual, que todas hacían fotos y que iba a ser muy difícil que exprimiera las posibilidades de cualquier modelo que eligieran, se alejaban pensativos moviendo la cabeza. Éste no está al día, pensaban. El cascarrabias se ha quedado atrás. Entre los aficionados, no había más dios que el digital y Photozone era su profeta. Mellado era Dios y Photoshop el camino directo al cielo fotográfico. Los foros, los blogs y demás se llenaron de absolutas eminencias en en asunto, expertos en resoluciones dinámicas y en matemática computacional aplicada a la fotografía, y algunos no ponían un póster con su cara en su dormitorio porque eso de los pósters era también algo muy antiguo y quedó para los de mi generación, que teníamos el de Samantha Fox que se compraba en Discoplay. En la fase siguiente, había que cambiar de cámara cada semana. Vendo la D-ñiki-íki porque se me queda corta y quiero hacer caja para la D-ñoko-ñoko, que tiene tropecientos puntos de enfoque dinámico con prioridad al sujeto con mejor dentadura, y eso me resulta imprescindible. Vendo el objetivo 46-83 f:2.7 porque estoy pensando en el 38-92 f:0,18, que tiene más luminosidad y menos distorsión de cojincillo con encaje. O mejor todavía: vendo mi réflex porque me paso al mirrorless, que la vibración del espejo me afloja los implantes dentales y no me deja dormir el ruido del obturador. Y, por el camino, la gente corriente se encontró con que habían llegado unos cacharritos muy simpáticos, llamados smartphones, teléfonos inteligentes. Más que sus dueños en muchísimas ocasiones, por cierto, y vieron que todo aquello de "una buena cámara para hacer buenas fotos" era un engorro y un atraso. El móvil hace lo mismo, decían. Pesa menos y lo llevas siempre. Y puedes subir la foto al Feisbuk en cuanto la haces. Y las tiendas de segunda mano se llenaron de réflex de aficionado que nunca habían salido del "modo verde", que apenas se habían utilizado y que se iban a quedar, como tantas de sus antecesoras en todos los formatos concebibles, muertas de risa y de asco. Total, para hacerse un serfi y mandarlo por guasap a la familia. El siguiente capítulo aún está por escribir, pero no tardará mucho, porque no se pensará nadie que va a quedar la cosa en que la gente tire de móvil para siempre sin hacer gasto ni dar de comer a tanto fabricante, a tanto publicista y a tanto mercachifle. Ahora en serio: cascarrabiadas sarcásticas del fraile Baskerville aparte, veo en eso lo mismo siempre: carnaza para un personal ávido de novedades. Estrategias de mercado que tendrán éxito mientras no nos sentemos a pensar con la cabeza en si de verdad vamos a tener más con esto o aquello que se nos ofrece. Y siempre, siempre, habrá peces que entrarán a ese anzuelo. De hecho, es como pescar en un barril. Gente de diario en cuestiones fotográficas, aficionados serios, aficionados avanzados y, sobre todo, ese filón maravilloso que es el constituido por los aficionados con buenas posibilidades económicas y poco criterio. Podría dar aquí nombres y apellidos de unos cuantos, con marcas, modelos y precios. He estado en Italia estos días atrás, precisamente. Llevaba dos años sin viajar, gracias al COVID, al exceso de trabajo, a los males familiares y a algún que otro motivo más. Y es cierto: apenas he visto gente con cámaras "de verdad". Yo llevaba mi D700 comprada de segunda mano por 400 euros, con mis objetivos D con más años que el peluquero de Lola Flores, y me sentía un bicho raro. He visto, en cambiio, mucho móvil que parecía más bien una televisión pequeñita, demasiado grande para la mano que lo sujetaba. Pero oigan, todo cristo iba más contento que un cochino en un charco. Hasta que les digan que el móvil se ha quedado atrás, claro. Hasta que alguien, aprovechando que ya es hora, empiece a meter en la cabeza de todos nosotros -ya se salvará el que pueda- que el móvil no, que lo que peta es el generador de hologramas. Y hala, todo dios a por el generador de los cojones, dejándose una tela por el camino. Por qué pasar hambre, si es de noche y hay higueras.
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Lo de operarse de miopía funciona bien en general, pero hay una cosa a tener en cuenta, sobre todo si ya estás en los 50 o vas de camino: según me dijo mi oculista en su momento (había ido a consultarle lo de la operación de miopía), si eres de los propensos a sufrir cataratas (los miopes están más expuestos a las cataratas tempranas), es mejor que el ojo esté intacto para que acierten con la graduación de las lentes intraoculares que te colocan cuando te las operan. Esto es, que no estén las cicatrices en la córnea que deja la operación de corrección de la miopía. Si tengo que hablar por mi experiencia personal (me operaron de cataratas subcapsulares con 49 años), es cierto. Conmigo "clavaron" la graduación de las lentes intraoculares, y sólo me quedó la presbicia propia de la edad. Yo utilizo varias soluciones según la cámara: si tiene ajuste dióptrico lo uso y lo gradúo al punto en el que veo bien el visor y las indicaciones (D700, D100 por ejemplo). Si alguna cámara no lo tiene (Pentax KM, FM2, Bronica) tiro o de las progresivas neutro-cerca que tengo (qué dinero más bien gastado) o de gafas de cerca que me pongo y me quito, llevándolas con un cordel de ésos para el pescuezo. Lo de enfocar con gafas nunca me ha costado, porque he llevado gafas desde los 14 años hasta los 49, que me operaron de cataratas, y hasta ese momento no supe lo que era enfocar sin ellas.
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Yo tengo herramientas de carpintería con más de un siglo, y siguen dando el mismo uso que cuando se hicieron. Tengo un serrucho para cola de milano de William Hall que tiene más de 100 años, que me costó 50 céntimos hecho polvo en un rastro y que, una vez restaurado y afilado, funciona de absoluta maravilla. Ahí tengo cepillos, berbiquíes, sierras, etc, que en las manos adecuadas seguirán dando uso. Lo que pasa es que las manos adecuadas no son las de un yutuber que usa 17 máquinas para hacer lo mismo que puede hacerse con cuatro herramientas y la técnica adecuada. Como con otras cosas, las limitaciones y el "sentido" (disimulen ustedes) vendrán más del usuario que del equipo.
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¿Vintage? Vintage soy yo, que paso de largo de los 50. Ese equipo no lo es. Y dará uso durante mucho tiempo, seguramente. El precio es imbatible, creo yo.
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Cierto, no se puede ser mecánico sin buenas herramientas, pero ¿qué decir del mecánico que anda siempre buscando cambiar las herramientas por otras supuestamente mejores, cuando las que tiene no están aprovechadas o son más que suficientes? No hablo de no tener llave para cambiar el aceite, sino de cambiar una llave perfectamente utilizable (y muchas veces infrautilizada) por otra "mejor". Y en no pocos casos se dejará que la llave, ella sola, cambie el filtro. Hay llaves muy modernas por ahí. También podríamos hablar de estar continuamente pendientes de las llaves que salen al mercado, de si las llaves más modernas tienen el mango de polipropileno en vez de caucho -importante diferencia en el agarre de la llave- y de si controlan ellas solas el par de apriete o, como las llaves que ahora tenemos, requieren el tacto del mecánico para que la junta del filtro no asiente mal y tengamos fugas después. Y de poner a la venta en el mercadillo de www.mecanistas.com llaves impecables con su embalaje y su factura de compra. Llaves en estado mint, diremos. Ni manchas, ni hongos ni arañazos. Y pondremos junto a la foto de la llave una en la que se vea el número de veces que ha sido utilizada, que demuestra que son muchas menos de las que soporta. Muy poco uso, diremos. Las vendo por cambio a llaves sin espejo.
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Ya, pero es que el comentario de más arriba no hacía esas distinciones, precisamente. Pero vamos, que no es nuevo esto tampoco. Cuando hace algún tiempo participé en el debate de si la Df gustaba o no, y por qué gustaba o no, hubo quien llegó a dos conclusiones: 1. Quien rajaba de la Df era porque no se la podía permitir. 2. Quien rajaba de la Df no respetaba a los que sí les gustaba. Lo segundo es tan ridículo que no merece la pena volver a comentarlo, pero lo primero, absurdo y equivocado, ni era la primera vez ni, por lo que se ve, fue la última. Afortunadamente no siempre ni para todos los motivos se reducen a una cuestión de billetera, pero insisto: allá cada cual con las conclusiones a las que llega, por muy poco sostenibles que puedan ser. Y por cierto: independientemente de poderse permitir o no un capricho, tampoco lo que sucede es que vayan sobrados con la cámara que tienen una "minoría abrumadora". De hecho, y llevo con esto de la fotografía desde 1.991, es aplicable a una mayoría abrumadora. Y desde que existen estos cacharritos modernos digitales cargados de prestaciones, más todavía. Otra cuestión es ya la de las percepciones, posibilidades, gustos o lo que sea. Ahí ya no entro. Pero sobrados, lo que se dice sobrados desde el punto de vista de la capacidad del equipo, la práctica totalidad. Eso de "la cámara se me queda corta" lo llevo viendo, leyendo y escuchando desde hace muchos años, y hasta donde yo he podido comprobar, no es cierto prácticamente nunca. Los que se suelen quedar cortos, casi siempre, son la técnica y los conocimientos. Pero claro, nunca faltará quien esté seguro de que el mejor mecánico es el que tiene las mejores llaves de tuercas.