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Aplicamos el Tercer Grado a Hector Garrido

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Ago2014
Autor: Julio Larramendi-Polymita Autor: Julio Larramendi-Polymita
Héctor Garrido (Huelva, 1969) es fotógrafo especializado en ciencia, retrato y creación artística. Trabaja como fotógrafo para el Consejo Superior de Investigaciones Científicas a través de la Estación Biológica de Doñana, en España. Habitualmente participa en expediciones científicas para el CSIC, habiendo trabajado en los seis continentes del Planeta, desde los hielos polares de la Antártida hasta los tórridos desiertos de África. Ha publicado sus fotografías en los más importantes medios de comunicación y es autor de diecisiete libros de fotografía y divulgación científica. Ha realizado más de un centenar de exposiciones con sus fotografías en más de veinte países. Paralelamente, desarrolla una interesante carrera artística experimentando constantemente en la vinculación de la ciencia y el arte de una forma muy personal. Son conocidos sus trabajos de fotografía aérea, como “Armonía fractal de Doñana” o Volavérunt”, o de retrato, como “Cuba iluminada”.


¿Cuánto tiempo hace que se dedica a la fotografía como profesión?

Bueno, por poner una fecha de inicio, hace ahora veinte años exactamente que inauguré mi primera exposición fotográfica. Dos años más tarde, publiqué mi primer libro. Durante los primeros años repartía mi tiempo profesional entre la ornitología (censos de aves, principalmente), la divulgación científica y la fotografía. Con el tiempo, la batalla la ha ganado totalmente la fotografía. Actualmente me dedico a nutrir el Banco de Imágenes de la Estación Biológica de Doñana para el CSIC, y a alimentar mi necesidad expresiva realizando constantemente exposiciones y publicaciones.

¿De dónde viene su vocación?

Hay una clara raíz familiar, ya que mi madre se dedicó a la fotografía de arquitectura y mi padre a los documentales para televisión. Crecí con una gran necesidad de expresión artística y cuando me tocó buscar las herramientas que me permitirían comunicarla, resultó que la fotografía estaba ahí, esperándome. Para mí es sencillo, porque es un lenguaje aprendido desde la infancia. Luego vino la teorización, o sea, ponerle ordenadamente nombre y lógica a todo lo que de alguna forma ya conocía. Pero partía de una base de formación muy extensa y sólida, con unos buenos y cariñosos maestros.

¿Cuál es el género fotográfico al que más se ha dedicado?

Mi profesión me ha obligado a centrarme durante muchos años en la que se denomina fotografía científica, aunque lo que verdaderamente me apasiona es el retrato, al que felizmente puedo dedicar también ahora una buena parte de mi tiempo.

Me gustaría aclarar, que el concepto de fotografía científica puede que no se parezca en nada a lo que algunos lectores ahora pudieran tener en mente como tal,…o sí. Porque es todo eso y mucho más. A veces confundimos fotografía científica con fotografía de laboratorio. Y la ciencia para nada se reduce al espacio de un laboratorio. De hecho es tan amplia como pueda serlo la propia curiosidad humana. La ciencia está potencialmente en cualquier cosa, en todo lo que nos rodea. Es por eso que, en consecuencia, la fotografía científica abarca casi todo lo que uno pueda imaginar, dentro y fuera de un laboratorio. Se trata, en realidad, de fotografía al servicio de la ciencia. Y quizás repasar los extremos de mi carrera como fotógrafo científico, sea un buen ejemplo de lo realmente ilimitada que puede ser la expresión “fotografía de ciencia”. Así, por encargo de los científicos he fotografiado en los últimos años temas tan dispares como las estructuras rocosas de millones de años en Australia, la emanación de gases en la Antártida, los cóndores en la Patagonia, los hombres y las mujeres mapuches y quechuas en los Andes, las formaciones cristalinas en el fondo de minas abandonadas en Andalucía, el ave más pequeña del Planeta en Cuba, los encantadores de serpientes en el Magreb, el espectro ultravioleta en las plumas de las aves en los sótanos del Museo de Ciencias de Londres, los microinvertebrados en Doñana, los cocodrilos aislados en el Sáhara, las estructuras fractales vistas desde el aire en las marismas de Cádiz,…y todo sin dejar de hacer fotografía científica. Por tanto, ¿cuál es el límite de la fotografía científica?

Pero, como decía anteriormente, en lo que mejor me siento es en el retrato. También, y lo digo sinceramente, es lo que me parece más difícil. El mayor reto. Y en el que más camino me queda siempre por recorrer.


¿Cuáles considera que son sus referencias fotográficas? ¿Quién o qué ha inspirado su forma de ver la fotografía?

Me considero realmente muy influenciable. Y de hecho yo creo que mi forma de ver, mi forma de plasmar, de retratar, ha ido variando a lo largo de mi carrera, al mismo tiempo que he ido conociendo la forma de expresarse de otros fotógrafos y artistas. No hablo de copiar la forma de hacer de otros, hablo de inspirarse en lo que hicieron esos otros anteriormente. De dejarse sugestionar. Y es que hay tanto y tan bueno hecho ya…y quizás tanto por hacer.

Hace unos días, en una galería de arte de Nueva York descubrí casualmente el trabajo de un magnífico fotógrafo que realiza un trabajo tremendamente parecido al mío, de una calidad excepcional, y lleva haciéndolo tantos años como yo, e incluso más, y curiosamente jamás nuestros trabajos se cruzaron. Al menos conscientemente. Quedé muy sorprendido. Y por supuesto, inmediatamente influenciado. Claro que sí. Aunque en este caso, su influencia me haya empujado a seguir evolucionando y buscar más allá, aún. Porque ese camino en el que yo andaba, resultó que ya estaba andado. Y, para mí, ese fue el verdadero descubrimiento.


¿Recuerda su primera foto profesional?

No lo tengo tan claro. En alguna ocasión he dicho que era una de un lince ibérico que acababa de matar un gamo en Doñana. Pero, realmente no lo tengo tan claro.

¿Recuerda cuánto le pagaron por ella?

Desde luego que no puedo recordarlo, pero seguro que muy poco.

¿Cuáles son las ventajas que encuentra en la fotografía digital?

Desde ya hace tiempo que sólo encuentro ventajas. Quedó atrás la atadura romántica a lo analógico. Creo que eso sucedió cuando comencé a trabajar en formato RAW, que fue como reencontrarme con la fotografía analógica en blanco y negro, que practiqué durante mucho tiempo.

Pero ya hoy hay muchos aspectos que dan ventaja a la fotografía digital. La inmediatez de los resultados es muy importante. Y en la rama en la que yo trabajo, más aún. Imagínese cuando había que ir a una expedición cargado de carretes de diapositivas y hasta el regreso no era posible saber el resultado de muchos días de trabajo. Hoy vuelves con la seguridad de haber hecho la labor, y además la traes por duplicado y quizás lo más importante lo hayas enviado directamente a través de la red desde el remoto lugar donde lo hiciste.

¿Qué echa de menos de las analógicas?

Es curioso, pero echo de menos la insalubridad del laboratorio de blanco y negro, sin duda. Su ambiente oscuro e íntimo era toda una fuente de inspiración. Hoy, desde luego, es más cómodo y saludable estar sentado frente a la pantalla de un ordenador, el laboratorio ya es sólo un recuerdo agradable.

¿Qué pieza de su equipo valora más?

Las únicas piezas realmente insustituibles son los ojos. En el mercado de cámaras y objetivos, la evolución tecnológica es tan rápida hoy en día que cualquier material queda obsoleto casi al poco tiempo de ser presentado. Mi equipo sufre muchos golpes, cambios bruscos de temperatura y de presión. Es de esos equipos tan castigados que los mecánicos tiemblan en el taller cuando ven que llega algo mío para reparar. Es por ello que intento no tener más apego sentimental que el preciso, porque sé que la vida del equipo no es ilimitada.


¿Qué foto le gustaría hacer que todavía no haya conseguido?

Durante los últimos cuatro años he trabajado en un gran proyecto personal, de título “Cuba Iluminada” en el que he retratado, una a una, a gran parte de las personalidades de la Cultura (en mayúsculas) de un país tan especial y maravilloso como Cuba. Y justamente hay un par de personas que aún se han resistido a posar ante mi cámara. Quizás aún hay tiempo. Desde luego que me gustaría poder llevar a cabo esos retratos.

También hay algún retrato de esa serie que tristemente ya nunca podré llevar a cabo, como ocurrió recientemente con el del cantautor Santiago Feliú, que falleció inesperadamente cuando estábamos cuadrando para llevar a cabo su sesión fotográfica. Y algo parecido ocurre poco a poco con algunos otros, ya que, como un incesante goteo, nos van dejando algunos de los personajes que iluminaron toda una época de la cultura en la Isla del Caribe.

¿Qué destacaría con orgullo del mundo de la fotografía?

Haber brindado la posibilidad real a millones de personas de dar un primer paso en la expresión artística. De hecho, desde poco después de nacer, la fotografía se convirtió en una de las herramientas que hacían más fácil comenzar a expresarse. Hoy, con la fotografía digital mucho más. La fotografía es una invitación a crear, aunque la mayoría de las veces no llegue nada más que a ser un juego creativo.

¿Qué le gustaría eliminar, si pudiese?

Para mí eso está muy claro: reduciría el enorme peso de los equipos profesionales. Estoy seguro de que el desarrollo tecnológico ya hoy puede hacer eso sin perder calidad. Cuando llevo kilómetros caminados cargando ese enorme peso bajo un sol de justicia, siempre me viene ese pensamiento.

¿Qué tres libros de fotografía nos recomienda?

Tristemente cada vez se publican menos libros porque nos hemos habituado a usar computadoras para verlo todo, e incluso para hacer copias ilegales de los libros que nos gustan, libros que al autor y a la editorial le han debido costar mucho esfuerzo y dinero. Más que un libro, recomendaría editoriales, en un guiño hacia los que nos hacen aún posible publicar a los autores. Y de entre todas, hay algunas que son infalibles en calidad y nos siguen llenando la vista -y el alma- de buenas imágenes. Nombraré dos, aunque podrían ser muchas otras: Taschen a escala internacional y La Fábrica, en nuestro país.

Nos puede decir, qué exposición fotográfica de las que ha visto más le ha impactado…

Me apasiona visitar exposiciones fotográficas. Son momentos muy ricos de aprendizaje y de vivencias. Desde luego hay algunos seriales de exposiciones de los que es imposible salir indiferentes, como por ejemplo, las de las fotografías premiadas cada año en el World Press Photo. Pero las más maravillosas, las que más tienen que contarnos son las de proyectos de autor. Me impresionó mucho María Lionza, de García Rodero, por citar una.


Por favor, explíquenos alguna anécdota curiosa que le haya ocurrido realizando alguno de sus trabajos.

Mi anecdotario profesional está bien plagado de curiosidades, desde descubrir aterrorizado que la gigantesca pitón africana a la que estaba sacando primeros planos de la cara en Mauritania, no estaba en realidad muerta, a perdernos con un helicóptero en el desierto de Australia. Pero ahora se me viene una anécdota a la memoria, quizás no tan épica, pero simpática y reciente: hace muy pocos días, en la Ciénaga de Zapata, al sur de Cuba, estuve por la noche vaciando las tarjetas de memoria en la computadora, después de todo un día de trabajo. Acabé muy cansado y por la mañana madrugué mucho para ir a fotografiar las migraciones de cangrejos, que son espectaculares. Bien temprano cogí al vuelo mi mochila y montado en una bicicleta prestada, recorrí todos los kilómetros hasta llegar a donde se estaba produciendo el espectáculo en directo. Llegué agotado porque ya a esa hora el calor era insoportable, iba muy cargado y, para colmo, los mosquitos y jejenes se estaban cebando en mis piernas y mi cuello. Miles o millones de cangrejos deambulaban ante mí en un espectáculo único que sólo duraba unas horas al amanecer. La luz era increíble y algunos coches antiguos de los años cincuenta pasaban por la carreterita sorteando y pisando los enormes cangrejos, lo que le daba un carácter muy dramático a la escena. Me sentía muy feliz de haber llegado a la hora y al lugar exactos. Sudoroso y cansado de pedalear, me tumbé en el suelo para hacer una perspectiva, monté el objetivo y la cámara, calculé velocidad y diafragma y me dispuse a disparar la primera fotografía. Y fue esa primera también la última, porque había olvidado las tarjetas de memoria en la computadora la noche anterior y no pude dispara ni una sola. Así que tuve que desandar el camino y la fotografía quedó sin hacer, porque esa misma tarde comenzó a llover y las migraciones de cangrejos se deshicieron para toda la temporada. O sea, ¡que tendré que volver a intentarlo el año próximo!.


¿Hacia dónde cree que camina la fotografía?

Tecnológicamente estoy seguro de que estamos casi comenzando, de que habrá una evolución espectacular, increíble, en los próximos años.

A veces uno se esfuerza hasta el extremo en hacer una fotografía difícil y al lograrlo te invade un enorme sentimiento de orgullo, ante esos resultados. Y luego, al cabo de muy poco tiempo, aparece un nuevo producto en el mercado que lo hace tan fácil que un niño sería capaz de llevarlo a cabo, y sin esfuerzo. Y, de alguna forma, al menos en una escala inmediata en lo temporal, nuestra fotografía de gran esfuerzo pierde parte de su valor aparente. Supongo que el paso del tiempo volverá a poner en valor todo ese esfuerzo algún día.


Muchas gracias!

 

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