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Nov2017Disparando tal cual, no se puede. Una cosa es que tu teléfono —si te has gastado un buen dinerito en un tope de gama— te muestre un efecto de desenfoque y otra es que eso sea algo real.
Lo último en esto, son los móviles con dos cámaras principales: —olvidate de la misma característica con los selfies— cada cámara monta una óptica diferente, generalmente una angular y otra normal (equivalente aproximadamente a un 50 mm).
Una hace la foto al sujeto principal y la otra hace una foto desenfocada. Luego, por software, bien en el momento de disparar o después de disparar, se realiza un proceso en el que se fusionan partes de cada foto para tener un efecto más o menos resultón.
Otro método es, realizar una serie de disparos a diferentes distancias de enfoque, después eliges cómo quieres el resultado y, tras un proceso de la imagen, tienes de nuevo un efecto más o menos resultón. El problema aquí, es que la cámara y la escena tiene que permanecer totalmente inmóvil, sino, no funcionará.
Y otra más: mediante una app. Eliges una foto que ya has tomado, pintas la zona que quieres mantener en foco y una vez hecho, el resto se desenfoca, sin tener en cuenta la distancia. El efecto, comparado con lo que tienes con una cámara se nota mucho, no da el mismo resultado que un desenfoque natural.
Abres el diafragma y disparas. Ya está. :)
La óptica de tu cámara incorpora dos factores clave para la profundidad de campo: la apertura y la distancia focal.
La apertura es cuán grande o pequeño es el “agujerito” por donde pasa la luz hacia el sensor de la cámara. Cuanto más grande, más podremos desenfocar, ya que reducimos lo que conocemos como profundidad de campo es decir, la distancia dentro de la imagen en la que los objetos aparecen nítidos.
Y en este caso, un sensor pequeño, tiene a proporción, unas lentes diminutas, que por pura física es imposible que puedan lograr una reducida profundidad de campo, de modo que todo lo que está en el encuadre aparece a foco.
Además, las cámaras disponen de un elemento extra en el objetivo: el diafragma.
La palabra bokeh, —pronunciada bóque— es un término japonés que significa literalmente desenfoque, pero haciendo alusión a la belleza de este. Entendemos entonces que cuando nos referimos al bokeh no hablamos de la cantidad de desenfoque sinó a la calidad de este.
Esa calidad la proporciona la combinación de las lentes y la construcción de las láminas del diafragma.
Olvídate de esto en tu smartphone.
Cuando usas objetivos angulares, aumentas la profundidad de campo de tus fotos; cuando usas teleobjetivos, la disminuyes.
Si lo tuyo es el retrato, dispones de cámaras con ópticas ideales —prácticamente todas—, y si tu cámara dispone de ópticas intercambiables, mejor, hay objetivos que han nacido para esto.
Si tu objetivo es un zoom, puedes pasar de un encuadre a otro fácilmente, pero olvídate de aplicar esta regla con un smartphone: el zoom es digital, así que, en realidad no varía esa distancia focal, por lo que la profundidad de campo no se ve afectada.
En definitiva, es obvio que si lo llevas encima el smartphone te puede dar el servicio pero, cuando quieres una calidad real, o sobre todo: cuando esas imágenes son importantes y son imágenes que representan un valor para tí, no dejes tu cámara en casa.
Haz esa foto increíble con tu cámara y luego, saca el móvil de tu bolsillo para compartirla si quieres.